Son ya las 6 de la mañana en esta gran megalópolis gobernada por megalómanos, y el sonido del despertador termina por despertarme esta fría madrugada mientras mi mente entra en un estado de “flash back-flash forward” pues en un día como hoy, pero hace ya 5 años, en la era pre pandémica, comencé a escribir mi libro “El OrbiX”, impulsado por esta sensación de que el tiempo de arbolitos navideños, deseos de fin de año y roscas de reyes, habían quedado atrás y ahora el presente asomaba su somnoliento y desaliñado rostro mañanero para anunciarme que el futuro comenzaba ya, en el mismo instante en que yo ponga “los pies sobre la tierra”.
Esta mañana, los “cinco minutitos más” que siempre me pide casi como un ritual esa recurrente “loca de la azotea” donde habitan muy cómodos y sin freno, mis ideas, fantasías y sueños, en una especie de fiesta interminable que hoy no cuentan, pues comienza formalmente el año y no queda de otra que levantarse a trabajar antes que “el destino nos alcance”.
Recuerdo, como en una especie de déjà vu que “todo lo que sueñas, puede hacerse realidad” fue la frase que aquel día de hace cinco años me motivo a ponerme a escribir un relato futurista de ciencia ficción combinada con realidad tecnológica, y ahora que enciendo la televisión y activo la pantalla del celular en un acto casi reflejo, las noticias del día se suceden en una cascada de imágenes escalofriantes, como la realidad misma.
Puedo observar ante la taza humeante del primer café del día, que mientras algunos políticos se aferran en seguir desempolvando el pasado para justificar el presente, otros más se niegan a aceptar que la cuarta ola ómicron ha llegado inevitablemente, con todo lo que esta terrible mutación de la “nueva normalidad” representa; pero lo que realmente me causa un gran asombro (si es que en esta era hay algo que pueda superar nuestra capacidad de sorprendernos) es que entre el pasado imperfecto y el presente latente, el mañana es lo de hoy y ante nuestros ojos se está gestando ya una feroz guerra por conquistar el futuro, en un campo de batalla que no es físico, sino cuántico y digital, pero que impactará nuestra existencia en forma definitiva e irremediable, convirtiéndose en la “cuarta revolución industrial” de la historia humana, y permítanme platicarles el porqué de mi asombro profetizado y cumplido en las páginas de aquel libro que consideré quizás demasiado futurista:
A finales del 2021 el ahora controvertido empresario Mark Zuckerbeg anunció el cambio de nombre de su conglomerado de plataformas digitales agrupadas bajo el rubro Facebook, por el de “Meta”, una palabra que alude al término “metaverso”, que bien pudiera ser explicado como el “universo virtual” y paralelo donde lo digital convive con lo real a través de una experiencia inmersiva en donde las personas humanas se convierten en avatares que pueden interactuar con otras personas, también avatares y con objetos o experiencias que solo existen en la imaginación. Algo complicado, ¿no lo creen?
Lo cierto es que para la mente no hay límites, para la tecnología, menos, pero para la ambición por conquistar nuevos espacios, aquellos que solo existen de manera virtual, definitivamente no hay fronteras, pues resulta que como una respuesta casi inmediata la compañía Apple anuncia ya la salida al mercado de la versión 14 del iPhone, el dispositivo más poderoso e inteligente nunca antes creado, con 8 cámaras integradas y tecnología 8k, que permitirá a quien lo tenga navegar virtualmente por estos metaversos ilimitados, como dijera el astronauta Buzz Lightyear de Toy Story, “hacia el infinito y más allá”.
Pero en este ánimo de “conquistar el infinito”, quien parece ir más allá en la guerra por las galaxias digitales es otro controvertido empresario, Elon Musk, quien para no quedarse atrás, anuncia ya la salida al mercado de su smartphone “Tesla 1”, un proyecto ultra secreto y ultra competitivo con el cual pretende acaparar el mercado de los aparatos celulares, pues este nuevo modelo contará con el soporte satelital de Starlink, una de las compañía proveedoras de la tecnología 5G, el internet más poderoso de este planeta, y por lo visto del universo conocido y por conocer, ya que Musk, también apuesta su capital en el mercado automotriz con su versión eléctrica, y va “más allá” en su voluntad por conquistar desde hoy el futuro, a través de su empresa de turismo cósmico Space X, y la compañía “Neuralink”, que está haciendo ya posible la interfase humano-digital a través de un chip que se inserta en el cerebro y que permite la interacción entre una computadora y un ser vivo, con lo cual la fantástica idea de crear “humanos superdotados” o transhumanos, se está haciendo realidad.
Insisto, esta lucha por conquistar el mañana de hoy es impresionante y escalofriante a la vez, y está sucediendo frente a nuestra mirada, sin que podamos hacer otra cosa que asombrarnos y subirnos como especie en enjambre, al tren de la tecnología.
Pero ¿qué implicaciones a corto y a largo plazo tendrá esta irrupción exponencial de la tecnología digital en nuestra cotidianidad humana?
Es un hecho que a toda acción corresponde una reacción, como expresa la segunda ley de Newton, y esta máxima aplicada al ámbito de lo social tendrá una serie de transformaciones exponenciales a corto, mediano y largo plazo, lo cual me trae de vuelta a esta fría mañana de enero y a punto de terminarme mi primer café del día y la última y codiciada rebanada de rosca de reyes, repaso mentalmente algunas de las ideas de “ciencia fusión” que plasmé en mi libro “El OrbiX” hace media década, y hoy no me parecen tan descabelladas ni futuristas, como las aplicaciones neuronales para realizar viajes virtuales, los aparatos caseros conectados a la “Big Data” que analizan tus hechos y hasta tus desechos, los taxis dron sin conductor humano viajando por el “aeroférico” de la nueva Gran Tech-noxtitlán, las pantallas gaseosas y los anteojos digitales integrados a tu sistema ocular, el fin de la monarquía de las televisoras y el hastío de las redes sociales tras la pandemia digital y el surgimiento de los medios de comunicación exclusivamente dedicados a proveer “fake news”, el fenómeno global de la moda musical retro-vintage ante el vacío creativo, la nueva generación de niños “smartians” nacidos con el “chip inteligente integrado” de colonizar marte, el anuncio de que los “aliens” no son otra cosa que nuestra especie humana viajando hacia atrás y hacía adelante por la curvatura del “espacio-tiempo”, los nuevos territorios ultra sanitizados, restringidos, altamente cotizados y codiciados donde se refugiaran los nuevos millonarios cuya fortuna se medirá en criptomonedas, las guerrillas wikileaks impulsadas por la comunidad neohippie y el movimiento “Noweb” y los grupos fundamentalistas del humanismo que pretende la desintoxicación digital a través de un apagón masivo de los satélites, o la llegada del “hoy no circulas humano”, el cual, si no cede el COVID-19, ya no tarda mucho en comenzarse a aplicar.
No cabe duda que “recordar es vivir” y ahora no solo estoy recordando, sino viendo y viviendo lo que hace algunos años soñé y escribí en un arranque profético, que no se aún, ni a ciencia cierta, si me provoca miedo o refleja un guiño de arrogancia; pero, replicando lo que relaté en el primer capítulo de aquel libro: “en un acto instintivo apago la tele, ya que el futuro está llamándome por la vía digital y su reclamo es irresistible ¿cómo fue qué el futuro nos superó por la vía rápida sin darnos cuenta?, hoy no tengo ya tiempo para pensar en eso, y quizás esa sea precisamente la respuesta. Muy tarde descubrimos que la innata curiosidad que nos hizo bajar de las ramas de los árboles y crear la “inteligencia artificial”, viajar al espacio interior y exterior, desafiar el orden natural y replicar el caos primigenio (en una obsesión febril por sintetizar miles de millones de años de evolución) fue un acto de soberbia animal que casi acaba con la tercera roca del sistema planetario”.
Sin embargo y a manera de reflexión, me rio para mis adentros, y pienso que el tono apocalíptico no le va muy bien a esta primera mañana después de la temporada navideña, y a manera de consuelo abro en la memoria de mi celular las fotografías vacacionales y la sonrisa de mi familia atrapa mi mente… Definitivamente, creo que con todo y que la guerra por el futuro ha comenzado ya, aún persiste la esperanza en el multiverso del alma y la imaginación. Hoy he decidido empezar a escribir una segunda parte de los conceptos “orbixeanos”. Ah, pero eso sí, la primera línea que escribiré no será: “Los sueños pueden convertirse en realidad”, sino otra más adecuada y premonitoria que diga “Ten cuidado con todo lo que sueñas, pues en una de esas causalidades del destino, pueden hacerse realidad…”